Los diarios en la posmodernidad

Sara
3 min readMay 4, 2020

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Fotomontaje de Claude Cahun, en su obra ‘Aveux non avenus’ (1930)

Desde pequeña, mantener diarios personales siempre me ha resultado una tarea imposible. Mi memoria no llega a alcanzar la cantidad de veces que me he propuesto comenzar un proyecto autobiográfico, pero siempre lo he acabado dejando. Al final, la fórmula que me ha funcionado no es traducir en palabras una realidad continua, estructurada, lineal; la fórmula que me ha permitido de alguna manera reflejar en el texto mi vida que acontece es proyectar fragmentos de cotidianidad, momentos sueltos, emociones e instantes, cuya relectura siempre me transporta de nuevo a los espacios y tiempos en los que los experimentaba.

Me pregunto si esta incapacidad de escribir diarios con narraciones continuas será una peculiaridad del sujeto nómada posmoderno. En esta época del cortoplacismo en la que nos encontramos inmersos, el tiempo está desprovisto de todo sentido, y esto hace imposible cualquier narración.

Bauman define los nómadas posmodernos como aquellos individuos que deambulan entre lugares no conectados. Los contrapone a los peregrinos modernos, que construyen su identidad en un espacio-tiempo continuo: tienen una meta vital a partir de la cual se planifican un proyecto de vida. Sin embargo, los nómadas se caracterizan por la desconectividad del espacio-tiempo en el que trazan sus identidades. Esto se debe a que las transformaciones profundas que ha traído el nuevo capitalismo han afectado radicalmente a la idea de tiempo, como argumenta Sennet en La corrosión del carácter. El futuro carece de peso ontológico, porque la idea de tiempo deja de ser una línea para ser un conjunto caótico de instantes desestructurados. De esta manera, la vida de los sujetos nómadas es una vida compuesta de momentos pasajeros, donde el presente no limita el futuro más de lo que está limitado por el pasado. Viven en un presente eterno de experiencias inconexas.

Esta ruptura del tiempo lineal ha tenido un gran impacto sobre la identidad: el individuo encuentra dificultades para construir un yo porque no puede construir sus experiencias sobre una línea, sino que se tratan de experiencias efímeras y cambiantes. Así, el cortoplacismo, al privar de sentido la historia y producir su desnarrativización, priva también al ser humano de sentido y le impide construir su vida como relato, le impide entenderla como una estructura unitaria. En el presentismo, la vida es más un conjunto de capítulos inconexos y yuxtapuestos; es, en definitiva, una colección de fragmentos.

De esta manera, quizá sea inevitable que los diarios autobiográficos pasen de narraciones lineales en el tiempo a ser un conjunto de episodios narrados sin necesidad de relación entre ellos. La percepción que tiene de su vida el sujeto nómada, el individuo posmoderno, ya no es el de una única trama lineal y continua, sino que la ve como una colección de historias, una colcha hecha a partir de diferentes retales con patrones de todas las formas y colores. Un conjunto de experiencias diversas que se unen para conformar un libro de relatos o un cadáver exquisito.

Esto se me hace aún más visible durante el confinamiento, porque a la ruptura del tiempo se le ha sumado la abolición del movimiento. Ahora que el presente es, de hecho, eterno; ahora que los días son todos el mismo, que el tiempo ha mutado en un único día interminable, ya no hay nada que haga de línea conductora. Sólo me quedan momentos sueltos, desconectados entre ellos.

Quizá debamos buscar nuevas formas narrativas, quizá ha llegado la hora de que abandonemos el diario y la novela; debemos crear un nuevo lenguaje que no se encuentre influenciado por la linealidad del tiempo anterior, desfasado. Mientras tanto, somos como los personajes de Calvino que acabaron en el castillo de los destinos cruzados: una vez fueron abandonados por las palabras — o, quizá, una vez fueron liberados de las ataduras del lenguaje — , sólo les quedó recurrir a las imágenes (individuales, aisladas), que había pintadas en cada una de las cartas del tarot, para contar sus historias.

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